viernes, 6 de diciembre de 2013

Adios Madiba...

                                                                                                                         Por Sebastián Killy

Recuerdo que desde chico me llamó la atención ese abuelito que tenía cara de buena persona. Nelson Mandela impactó la vida de millones con su historia, y su lucha por la libertad y los derechos de las personas “negras” en medio de una nación gobernada por una minoría “blanca”. 
Realmente creo que toda acción no es otra cosa que una reacción a algo. A una idea, a un sueño a un prejuicio. Y muchas veces ese algo, es una estructura construida con materiales muy sólidos, y fundamentada sobre procesos históricos que a su vez están atravesados por una forma de organización social fundada en las ideas de esas épocas. Es decir que estas estructuras inmateriales necesitan ser destruidas con armas inmateriales. Y eso  es lo que hizo Mandela.
Nació en pueblo que tenía alrededor de 300 habitantes. Fue uno de  los trece hijos que su papa tuvo con 4 mujeres. Completo todos los niveles de educación necesarios para acceder a la universidad, donde se graduó de abogado. Sin embargo todo esto lo hizo en medio de una sociedad donde ser negro era sinónimo de tener menos derechos que una persona que nacía blanca.  Durante más de 2 siglos, los habitantes del continente africano habían sido vendidos como esclavos a distintas colonias en el mundo. En Sudáfrica se habían instalado colonias holandesas, las cuales dejaron como legado una minoría de personas blancas. Estas minorías no querían
perder su lugar privilegiado dentro de la sociedad, por lo cual comenzaron a cortar los derechos de las personas negras, en lo que mundialmente se conoció como el  apartheid.
Es debido a su lucha contra esto que fue encarcelado durante 27 años en 2 prisiones, las cuales tenían condiciones totalmente precarias e insuficientes para la mantener un estilo de vida digno de una persona.  Mientras estuvo en la cárcel, su reputación creció y llegó a ser conocido como el líder negro más importante en Sudáfrica. En prisión, él y otros realizaban trabajos forzados en una cantera de cal. Las condiciones de su detención nunca lograron apagar esas fuerzas que lo impulsaron a seguir con su lucha, pero si dejaron secuelas y daños en su salud. Una de las más graves fue la tuberculosis, de la cual se presume que surgió la afección pulmonar que lo llevo a la muerte.  
Estas fueron solo unas pocas cosas de todas las que tuvo que vivir en su vida. Creo que la mitad de estas cosas son motivo suficiente para dar a luz un profundo odio contra esa sociedad que lo encerró, maltrato e ignoro durante tantos años, sin embargo Madiba, que es el apodo otorgado cariñosamente a los ancianos de su clan, no le guardo rencor a las personas, sino que enfoco sus sentimientos en derribar a ese sistema. Años más tarde de ser liberado de la cárcel, fue elegido presidente en las primeras elecciones democráticas de Sudáfrica, colocándolo en un cargo que le permitía tomarse la revancha contra las personas que tanto daño le hicieron. Él sin embargo decidió destruir años de racismo con un arma más poderosa que cualquier misil, el perdón.  
Sé también que todas las personas tienen un lado bueno y un lado malo. Sé que Mandela tendría errores porque era humano. Pero creo que más allá de cualquier error, nos dejó una lección muy importante para aprender. El perdón es un concepto que muchas veces se mal interpreta o se mal entiende y que es vital para la vida. El no perdonar es como atarse a una situación o a una persona y llevar esa carga genera peso, cansancio, amargura.  Por lo tanto el perdonar es liberador. Quita esa carga. Genera que el transitar el día a día sea más fácil. Perdonar no significa olvidar. No creo que Mandela haya olvidado todo lo que vivió. Sin embargo creo que decidió dejar de mirar las heridas que le produjo todo lo que le sucedió, y puso sus ojos en una meta mayor. Una de sus frases más recordadas fue: 

Los verdaderos líderes deben estar dispuestos a sacrificarlo todo por la libertad de su pueblo.  

Perdonar implica un sacrificio. Es renunciar al dolor de uno en pos de algo más grande. Con su perdón logro unir una nación que estaba separada por un muro de prejuicios y de ideas erradas. Logro cambiar el pensamiento de una sociedad y pudo integrar a las personas a un nuevo sistema. El recordar su historia me hace recordar el valor del perdón. El recordar que el perdón no borra una herida, pero si la cicatriza, y una vez cicatrizada permite pararse y avanzar. 




Él avanzó, y su avance liberó a miles de personas.

La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar, el amor llega más naturalmente al corazón humano que su contrario

Realmente  creo que su historia es un ejemplo para el mundo. Porque su lucha por demostrar que nadie es mejor ni peor por el color de la piel o por el lugar en donde se nace es una lucha que mentirosamente se dice ganada. Porque el racismo y la segregación por el color, la nacionalidad o el estrato social de las personas, sigue vigente y bien instalado. En el ámbito global (el cual encierra a muchas personas, y nos parece lejano), pero también en lo cotidiano de nuestras vidas, en el acá y en el ahora. Porque nuestros prejuicios nos guían. Porque vivimos en un mundo en el cual etiquetamos y somos etiquetados, y no solo una vez, sino que muchas veces las etiquetas son tapadas por otras etiquetas. Porque simplemente somos discriminadores. 
Se me hace muy difícil escribir esta nota. Es casi imposible ponerle palabras a lo que este hombre logró. Y más difícil es escribir teniendo que hablar de gente “negra “y gente “blanca”, como si fuéramos distintos.  Pero si es ofensivo leerlo, imagínense lo que debe haber sido vivirlo. 
Por eso es impórtate que su recuerdo esté en esta bitácora. Porque el espíritu de su lucha sigue vigente. Porque aunque su corazón ya no palpite, y su voz ya no se escuche, su actitud dejo una huella. Su lucha, y el espíritu de esa lucha, se globalizaron, imprimiéndose en muchas personas. Porque no solo habló, sino que actuó. 








1 comentario:

  1. ¡Muy lindo homenaje! La verdad que se fue un político único en su clase: honesto y trabajador por los derechos humanos. Que buscó la conciliación más allá de todo el daño que le habían hecho.

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