domingo, 17 de noviembre de 2013

Los sentimientos de un periodista en la explosión de Rosario


Por Macarena Marticorena
A la hora de narrar todo es válido. Las novedades técnicas se hicieron presentes. Porque el comunicador no sólo uso palabras sino que experimentó con “One.shot” para ilustrar las emociones de la tragedia. Alejandro Arnoletti explica: “La técnica contempla la exposición de un determinado tema en un sólo disparo sin, al menos, una edición posterior de video. (…) En este caso, Mascardi narra en nueve minutos el espacio de la tragedia. El aporte es valioso ya que se brida una dimensión espacial que en las tradicionales coberturas televisivas no se percibe. Los planos cerrados, los cortes de edición y la preproducción restan el contexto en el que un hecho se produce.”  "The one-shot technique".


El primer acercamiento fue por Twitter. Se hablaba de una explosión, una caldera, una fuga de gas en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, a 1140km de General Roca.


Era el 6 de agosto de 2013. A diferencia de otras noticias, ésta me cautivó. Enseguida busqué fotos y prendí la televisión. Las imágenes comenzaban a reflejar un desastre, esa sucesión me recordó el atentado de la Amia que sucedió cuando era muy chica. Pensé en mi familia de Santa Fe, pensé en las víctimas, pensé en sus familiares, pensé que tal desastre no podría cobrarse solo una vida.
¿Qué me pasó? Sentí una mezcla de desesperación, emoción y necesidad de hacer algo. Con el pasar de los días, esa inquietud se fue aplacando. Hasta que llegué a Juan Mascardi.
Fue Juan quien me acercó a la tragedia. Mi fuente fidedigna para informarme y saber qué pasaba. Quien me conmovió con sus palabras al punto de las lágrimas. Me parecía necesario escribir su historia, sus sentimientos, sus acciones cuando todo sucedió. Porque Salta entre Balcarce y Oroño fue el escenario de muchas historias. Rescató la de Juan porque me identifica porque quiero que este blog comience con la voz de un periodista. Porque sus palabras no fueron el fondo sino las protagonistas de esta historia que me encuentra nuevamente un miércoles a las 9 de la mañana.

Corrió y corrió porque es lo que hacemos cuando nos asustamos o las cosas no andan bien. Una entrevista mal pautada dispuso todos los elementos periodísticos en su mochila la noche anterior: grabador, libreta, cámara. ¿No somos eso acaso? Personas preparadas para cada acontecer. Juan describe con palabras gráficas lo que vio en esos primeros momentos:



Imágenes se comenzaron a suceder, gente gritando, vidrios, fuego, edificios destruidos y caras conocidas. Esa hora pasó rápido como si el tiempo se detuviera. Esa necesidad de contar algo socavó los sentimientos y Juan comenzó a encontrar historias. O mejor dicho, las historias lo encontraron a él.
“Se acercó una vecina que tenía una venda en la mano pero no tenía ningún tipo de herida grave. Me empieza a contar que ella estaba en el cuarto piso y se le cae el techo encima, que la cocina apareció en el balcón. Y esas frases dichas de ese modo adquirieron una dimensión de película, catástrofe. Ahí saco el grabador y le hago una entrevista.” (El testimonio de una sobreviviente de la explosión en Rosario: "Mi cocina apareció en el balcón, perdí todo)
Sus notas en el Diario La Nación fueron increíbles. No por lo morbosas o impactantes sino por la calidez y emoción que transmitían. “Vi el fuego, las ambulancias, las imágenes que parecían de una posguerra barrial. Vi a la farmaceútica de la cuadra llorar y abrazarse, vi a un pibe que llegaba con su madre pidiendo por favor cruzar las vallas para buscar a un familiar, vi a una mujer sobreviviente que se le cayó el techo encima mientras estaba en el baño, vi a la intendenta Mónica Fein en medio de la gente.”
¿Qué elegir ante tantas historias? ¿Cuál merece ser contada? Cada herido, cada víctima y familiar lleva consigo algo que contar. Algunos no se atrevieron y otros reaccionaron precavidos como la familia de Franco Járiton.  Él estaba en el séptimo piso al momento de la tragedia y su experiencia fue relatada por Juan en la crónica “Testigo directo: el hombre que se despertó al borde del precipicio tras la explosión en Rosario”.
Ese día la adrenalina fue constante. Como no había señal de celular, volvía a su departamento a escribir. Mientras hacía notas para diversos canales de televisión. Su voz cuenta la experiencia del trabajo periodístico en esos días:



En esos días, las crónicas fueron varias. En un primer momento, el periodista envió información sobre el minuto a minuto al Diario La Nación. Luego con la llegada de periodistas de Buenos Aires, su tarea se convirtió en otra: poner en palabras los sentimientos.
Una crónica en particular marcó al entrevistado quien realiza un relato medular a cerca de cuáles fueron sus sensaciones. Esas calles llenas de abuelos y estudiantes. Ese barrio tranquilo que despertó con la explosión y no volvió a ser el mismo.



Crónicas, imágenes, videos, sucesión de historias. Una tragedia que dejó como saldo a 22 fallecidos, 60 heridos y 7 imputados.

“No tuve otra reacción que no fuera mirar. El desastre eran tanto que no me dio ni para hacer una anotación.” Ese día yo me sentí como Juan pero a la distancia. Y muchos seguramente fuimos como él. Sorprendimos ante el horror y la tragedia, preguntándonos una y otra vez cómo sucedió. Pero mientras unos mirábamos, otros decidieron poner el cuerpo y trabajar. Rescatistas, bomberos, oficiales, policía, voluntarios estuvieron los 12 días que duró la remolición de escombros. Siempre con la esperanza de encontrar a alguien con vida. Algunos medios dijeron que el milagro no existió pero ¿tanta solidaridad no fue un milagro? El milagro de encontrarnos todavía en un abrazo como el de Juan a un bombero. Y esta nota termina así con ese momento emotivo que rompe todas las reglas del periodismo pero que abraza con fuerza la solidaridad y la emoción que mostró Rosario.


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